sábado, 17 de mayo de 2014

Iván Illich - Corina Petronela Gheorghes

   

 Iván Illich (Viena, 4 de septiembre de 1926 - Bremen, 2 de diciembre de 2002) fue un pensador austríaco polifacético y polémico, clasificado por muchos como anarquista, autor de una serie de críticas a las instituciones clave del progreso en la cultura moderna.

    Este autor, reconfiguró la pedagogía libertaria al realizar una crítica a la escuela burguesa entendiéndola como centro de reproducción del modo de producción capitalista y como espacio de alienación que embrutece al estudiante para someterlo a los intereses del estado y de particulares que buscan beneficiarse del conocimiento impartido por los profesores y las directivas de los claustros educativos. Esas escuelas del odio que siguen existiendo en la actualidad configuran el modo de vida del estudiante convirtiéndolo en simple mercancía del sistema capitalista. Al salir de la escuela ocupará un puesto en el escalafón de los más fuertes: simple consumidor del engranaje mercantil de una sociedad idiotizada. De esta manera la escuela forma a un estudiante pasivo y competitivo que lo único que le interesa es escalar en la esfera social para poder llegar a tener mansiones lujosas y derrochar el dinero en esos centros del consumismo llamados centros comerciales. El estudiante se moldea así un mundo diferente en su mente donde el ansia de comprar y convertir en mercancía su conocimiento es requisito para pertenecer a la moderna sociedad. Esa mercantilización del conocimiento es consecuencia de la alienación que sufre el niño en la escuela donde se le enseña a ser explotado y oprimido para mantener el statu quo actual. De esta manera la alienación se convierte en un arma para las instituciones que sirviendo a los intereses particulares de unos pocos esclavizan a la clases subalternas.

    Ese servilismo de las escuelas se ve reflejado en la sumisión de los educandos  a los entes del control y el orden pues se les enseña a obedecer las leyes y no violarlas, a quedarse callado frente a las injusticias del sistema y a no reaccionar contra los cuerpos represivos estatales. De esta manera se crea un círculo vicioso que considera a los servicios, que prestan las instituciones, como moralmente necesarios olvidando que son ellos los que degeneran la sociedad convirtiéndola en un rebaño que sigue a su pastor. Sin embargo la escuela no puede cumplir ese deber sola pues necesita de hombres y mujeres que adiestren a sus alumnos.

    El profesor aliena al estudiante y termina convirtiéndole en un agente pasivo. Esta función principal del educador hizo pensar a Illich en una reformulación del papel del profesor en la escuela ya que consideró que los alumnos no tienen necesidad de una autoridad que les esté diciendo qué hacer o no. Así, el niño aprende a vivir en la cotidianidad lejos del adiestramiento que le imparte el profesor en la escuela a través de la jornada completa.



    En la escuela también se refleja la brecha entre los que tienen mucho y los que tienen poco a pesar de que se intente crear una educación gratuita y de calidad la desigualdad económica y cultural será decidiendo quienes pueden o no seguir sus estudios o ascender socialmente en busca del cruel cargo de explotador. La escuela a pesar de que se le intente realizar algunos cambios, tiene un currículo oculto que vigila al educador y lo somete a los dictámenes del Estado y el capital. La escuela sigue siendo un privilegio de unos pocos pues los escalones más altos de la educación siguen siendo ocupados por las clases altas y medias a la vez que los hijos de la clase obrera tienen pocas oportunidades para acceder a la universidad.

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